Me encanta que los planes salgan bien

lunes, 17 de abril de 2017

Una historia

Ibas camino a casa cuando moriste.

Fue un accidente de coche. Nada particularmente notable, pero sin embargo fatal. Dejaste mujer y dos hijos. Fue una muerte indolora. Los servicios de emergencias hicieron lo que pudieron para salvarte, pero fue en vano. Tu cuerpo estaba tan completamente destrozado que fue mejor así, créeme.

Y fue entonces cuando te encontraste conmigo.

- ¿Qué... qué ha pasado?, preguntaste. ¿Dónde estoy?
- Has muerto, te dije, sin darle mayor importancia. No tenía sentido andarse con rodeos.
- Había un... un camión y yo derrapé...
- Si, dije.
- ¿He... he muerto?
- Si, pero no te sientas mal por ello. Todo el mundo muere, dije.

Miraste a tu alrededor. Sólo había la nada. Solos tú y yo. ¿Qué es este lugar? preguntaste. ¿Es esto la otra vida?.
- Más o menos, dije.
- ¿Eres Dios? preguntaste.
- Si, respondí. Soy Dios.
- Mis hijos... mi esposa, dijiste.
- ¿Qué pasa con ellos?
- ¿Estarán bien?
- Me gusta eso, dije. Acabas de morir y tu principal preocupación es tu familia. Eso es algo bueno.

Me miraste con fascinación. Para ti no parecía Dios. Parecía un hombre cualquiera. O posiblemente una mujer. Alguna vaga figura de autoridad, quizá. Más como un profesor de instituto que el Todopoderoso.

No te preocupes, dije. Estarán bien. Tus hijos te recordarán como perfecto en todo. No han tenido tiempo para acumular desprecio hacia ti. Tu esposa llorará por ti, pero en secreto estará aliviada. Para ser honestos, tu matrimonio se estaba desmoronando. Si te sirve de consuelo, ella se sentirá muy culpable por sentirse aliviada.

- Oh, dijiste. ¿Y qué pasa ahora? ¿Voy al cielo o al infierno o algo así?
- Ni lo uno ni lo otro, dije. Te reencarnarás.
- Ah, dijiste. Así que los hindúes tenían razón.
- Todas las religiones tienen razón a su manera, dije. Ven a dar un paseo conmigo.

Me seguiste mientras caminábamos por el vacío. ¿A dónde vamos?
- A ningún lugar en particular, dije. Es sólo que es agradable caminar mientras hablamos.
¿Qué sentido tiene, entonces? preguntaste. Cuando renazca, seré una hoja en blanco, ¿no? Un bebé. Y todas mis experiencias y las cosas que hice en esta vida no importarán.
- ¡No es así! dije. Llevas contigo todo el conocimiento y las experiencias de todas tus vidas pasadas. Es sólo que ahora mismo no los recuerdas.

Me detuve y te agarré por los hombros. Tu alma es más magnífica, hermosa y gigantesca de lo que tu posiblemente puedas imaginar. Una mente humana sólo puede contener una pequeña fracción de lo que eres. Es como meter un dedo en un vaso de agua para ver si está caliente o fría. Metes una pequeña parte de ti mismo en el vaso, y cuando la sacas has ganado todas las experiencias que tenía.

- Has sido un humano durante los últimos 48 años, así que todavía no te has desentumecido y sentido el resto de tu inmensa consciencia. Si siguiéramos aquí el tiempo suficiente empezarías a recordarlo todo. Pero no tiene sentido hacer eso entre cada vida.
- ¿Cuántas veces me he reencarnado, entonces?
- Oh, muchas. Montones y montones. Y en vidas muy diferentes, dije. Esta vez serás una campesina china en el año 540 d.C.
- Espera, ¿qué? tartamudeaste. ¿Me envías atrás en el tiempo?
- Bueno, técnicamente, supongo que si. El tiempo, como sabes, sólo existe en tu universo. Las cosas son diferentes de donde yo vengo.
- ¿De donde tú vienes? dijiste.
- Oh, si, te expliqué. Vengo de un lugar. De otro lugar. Y allí hay otros como yo. Sé que querrás saber cómo es aquel sitio, pero honestamente no lo comprenderías.
- Oh, dijiste algo decepcionado. Pero espera. Si me reencarno en otros lugares en el tiempo, en algún momento puedo haber interactuado conmigo mismo.
- Claro. Sucede todo el tiempo. Y con ambas vidas sólo conscientes de ellas mismas ni siquiera sabes que está pasando.
- ¿Y qué sentido tiene todo eso?
- ¿En serio? pregunté. ¿En serio? ¿Me preguntas por el significado de la vida? ¿No es eso un poco estereotipado?
- Bueno, es una pregunta razonable, insististe.

Te miré a los ojos. El significado de la vida, la razón por la que yo creé todo este universo, es para que tú madures.
- ¿Quieres decir la humanidad? ¿Quieres que maduremos?
- No, sólo tú. Creé este universo para ti. Con cada nueva vida creces y maduras y te conviertes en un intelecto mayor y más amplio.
- ¿Sólo yo? ¿Y qué pasa con todos los demás?
- No hay nadie más, dije. En este universo sólo estamos tú y yo.

Me miraste fijamente. Pero toda la gente de la Tierra...
- Todos son tú. Diferentes reencarnaciones de ti.
- Espera. ¿¡Yo soy todo el mundo!?
- Ahora lo estás entendiendo, te dije, con una palmada de felicitación en tu espalda.
- ¿Soy todos los humanos que alguna vez han vivido?
- O que vivirán, si.
- ¿Yo soy Abraham Lincoln? ¿Yo soy Hitler? dijiste, horrorizado.
- Y eres los millones a los que mató.
- ¿Yo soy Jesús?
- Y eres todos los que lo siguieron.

Te quedaste en silencio.

- Cada vez que dañaste a alguien, dije, te estabas dañando a ti mismo. Cada acto de amabilidad que has hecho, te lo has hecho a ti mismo. Cada momento feliz o triste experimentado por cualquier humano, fue o será experimentado por ti.

Te quedaste pensando mucho tiempo.

- ¿Por qué?, me preguntaste. ¿Por qué hacer todo esto?
- Porque algún día serás como yo. Porque eso es lo que tú eres. Eres uno de mi especie. Eres mi hijo.
- Vaya, dijiste, incrédulo. ¿Quieres decir que soy un dios?
- No. Aún no. Eres un feto. Aún estás creciendo. Una vez hayas vivido todas las vidas humanas a través del tiempo, habrás crecido lo suficiente para nacer.
- Así que todo el universo, dijiste, es sólo...
- Un huevo, respondí. Ahora es tiempo de que sigas adelante hacia tu siguiente vida.
Y te envié por tu camino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario