Supongo que la mayoría tendrá una opinión personal sobre el que ha sido nuestro presidente los últimos años. Habrá quién le adore y quién le aborrezca, quien señale sus aciertos y quien destaque sus errores. Pero hay un dato incuestionable: José Luís Rodríguez Zapatero es un gafe terrible cada vez que apoya a algún político fuera de nuestras fronteras.
Recapitulemos. Comenzó en 2004, deseando la victoria de John Kerry en las elecciones presidenciales norteamericanas; George W. Bush fué reelegido con una holgura inesperada. Continuó en 2005, felicitando públicamente al canciller alemán Gerhard Schröder por su victoria en las elecciones que, cuando terminó el recuento de votos, se confirmó que había ganado Angela Merkel. Hizo campaña activa en favor de Ségolène Royal en las presidenciales francesas de 2007, y Nicolás Sarkozy no sólo ganó claramente, sino que, siendo como es bajito, feúcho y soberbio... ¡se acabó casando con Carla Bruni!. Por eso en 2008, cuando anunció su apoyo al candidato izquierdista al gobierno italiano, Walter Veltroni, me dije: "Gualterio, caro amico, date por fornicato". Y Berlusconi sigue tan ricamente en su sillón.
Me temí lo peor con Obama, pero ni siquiera él ha podido con el flamante premio Nobel de la Paz. No recuerdo haberle oído desear la victoria de Obama de manera explícita; habrá sido por eso. Yo sigo pensando que el verdadero mérito de Barack Obama no es ser el primer presidente negro de EEUU, ni la reforma sanitaria, ni el haber infundido una nueva ola de optimismo en el país: es haber ganado unas elecciones contando con el apoyo del presidente español.
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